Chiribiquete:
Patrimonio de la Humanidad, tesoro de Colombia
En el corazón de la selva colombiana, entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, se levanta el Parque Natural Nacional Serranía de Chiribiquete, un tesoro que combina la grandeza de la naturaleza con el legado de las civilizaciones más antiguas de América.
El paisaje de Chiribiquete está dominado por los tepuyes, formaciones rocosas que se elevan como fortalezas naturales sobre un océano verde de selva tropical. Estas estructuras imponentes, algunas de las más antiguas del planeta, son el corazón espiritual del parque. Para las comunidades indígenas, los tepuyes son lugares sagrados, moradas de espíritus y guardianes de la vida.
Su silencio majestuoso contrasta con la vibrante actividad de la selva que los rodea, donde miles de especies de flora y fauna prosperan en una danza interminable de biodiversidad. Entre estas especies, muchas de ellas endémicas y únicas en el mundo, se encuentran 300 de aves, 313 de mariposas, 48 de murciélagos y 60 de peces.
Chiribiquete también es un lugar donde la historia humana se entrelaza con la naturaleza. En sus paredes rocosas se encuentran más de 75.000 pinturas rupestres que datan de hace alrededor de 20.000 años, el registro pictórico más extenso y antiguo de América. Estas representaciones visuales muestran escenas de caza, ceremonias y danzas que revelan no solo la vida cotidiana de las primeras comunidades humanas, sino también su profundo vínculo con el entorno.
El jaguar, figura central en muchas de estas pinturas, simboliza poder, equilibrio y conexión espiritual. No es casualidad que la Unesco haya denominado a Chiribiquete la “Maloca del Jaguar”. Este animal emblemático, considerado el señor de la selva, es un recordatorio de la sabiduría ancestral que impregna este lugar.
Esta majestuosa obra de la naturaleza fue declarada Patrimonio Cultural y Biológico de la Humanidad por la Unesco en 2018. Es el territorio natural protegido más extenso del país, con una extensión de más de 265.000 hectáreas.