Honda
Honda:
donde la historia vive en cada rincón
Honda es la ciudad más antigua del Tolima. Avistada por primera vez en 1539, es una joya colonial de Colombia. Con sus más de 40 puentes, calles empedradas y un legado fluvial, es un destino que conecta pasado y presente, y que ha sido testigo de siglos de historia.
La ciudad está a orillas del imponente río Magdalena y su apelativo se debe precisamente a la cantidad de estructuras que cruzan esta arteria fluvial, así como los ríos Gualí, Guarinó y la Quebrada Seca. Entre ellos se destaca el Puente Navarro, construido en 1899, considerado el puente metálico más antiguo en funcionamiento en Latinoamérica. Estas obras no solo conectan barrios y caminos, sino que simbolizan la unión entre pasado y presente, entre tradición y modernidad.
Durante el siglo XIX y principios del XX, Honda fue un punto estratégico para el comercio entre la costa Caribe y el interior del país. El río Magdalena convirtió a esta ciudad en un epicentro de intercambio de bienes, ideas y culturas. Hoy, el Museo del Río Magdalena rinde homenaje a esa historia, con exposiciones que narran la vida del río y su influencia en la identidad colombiana.
Pero Honda no solo es historia colonial. En el sector de Perico se han hallado vestigios arqueológicos como arte rupestre en abrigos rocosos, evidencia de que esta tierra fue habitada por los ondaimas y gualíes, pueblos que practicaban el chamanismo y establecieron redes de intercambio con comunidades de las cordilleras, haciendo de Honda una escala obligada mucho antes de la llegada de los españoles.
El casco histórico de la ciudad es un testimonio vivo de la arquitectura y el urbanismo de siglos pasados. La Plaza de Mercado, de estilo neoclásico, sigue siendo un punto de encuentro donde se celebra la vida cotidiana, la gastronomía local y la amabilidad de su gente.
Honda también es conocida por su “subienda”, un fenómeno natural que ocurre cuando los peces migran desde las ciénagas del norte hacia el río Magdalena.
Más allá de sus monumentos y paisajes, Honda es ejemplo de resiliencia y paz. Su gente, cálida y hospitalaria, conserva valores que son reflejo de lo mejor de Colombia: respeto por la historia, amor por la tierra y orgullo por sus raíces.
Honda nos recuerda que la memoria es un puente hacia el futuro. Que cuidar nuestras tradiciones, nuestros ríos, nuestras culturas, es también cuidar lo que somos. Porque en cada piedra de sus calles, en cada sonrisa de sus habitantes, en cada relato del Magdalena, vive el alma de Colombia.