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Enviado por admin el September 17, 2025

Sudado de pollo: receta con herencia, sabor y una lección de país

El chef Jacobo Bonilla nos enseña paso a paso cómo preparar esta receta tradicional colombiana, donde el guiso se hace por un lado, el pollo por otro… y se unen en el mismo plato, como distintas regiones de Colombia trabajan juntas para construir un mismo país.

El sudado de pollo es uno de esos platos que no necesitan presentación, porque está presente en las mesas de diferentes regiones de Colombia. Representa la esencia de la cocina colombiana: sencilla, sabrosa y profundamente ligada a la familia.

Además, es un plato que recuerda a la abuela, al almuerzo en casa, al olor que anuncia que todo está bien. En cada cucharada hay historia, afecto y pertenencia. Es Colombia cocinada en olla, servida en plato hondo y compartida con corazón.

El sudado de pollo es un guiso tradicional que se prepara con presas de pollo cocidas lentamente en un guiso de tomate, cebolla, ajo, papa, zanahoria y condimentos como comino, color y laurel. Se acompaña con arroz blanco, aguacate y, en muchas regiones, plátano maduro frito. 

 

El nombre “sudado” proviene del método de cocción: el pollo se cocina en su propio jugo, junto con los vegetales, en una olla tapada que permite que los sabores se concentren sin evaporarse.

Tiene raíces en la cocina campesina colombiana, donde se aprovechan los ingredientes disponibles en el huerto y el corral. Con el tiempo, se ha convertido en un plato cotidiano que mantiene su sabor y valores nutricionales.

En muchas familias, el sudado es el plato de los domingos, el que reúne a todos alrededor de la mesa. Su preparación refleja valores profundamente colombianos como la paciencia, porque se cocina a fuego lento, sin apuros; y la solidaridad, porque se prepara en cantidad y se comparte.

En el Caribe, se le añade ají dulce y cilantro; en el Pacífico, se puede preparar con pollo criollo y leche de coco; en la región Andina, se sirve con arepa o yuca. Cada versión es válida, porque el sudado no tiene una receta única, sino una esencia común: alimentar con cariño.